La experiencia de los estudiantes con discapacidad visual en instituciones de educación superior en contexto de formación online en la Región Metropolitana en el periodo de pandemia durante los años 2020-2021

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Fecha
2022Autor
Astudillo León, Catalina
Machuca García, Ignacio
Salinas Avendaño, Camila
Vega Zárate, Francisca
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Mostrar el registro completo del ítemResumen
Desde mediados del siglo XX, Chile se adhirió a la Declaración Universal de los
Derechos Humanos. Dado este reconocimiento, los Estados del mundo y el chileno
particularmente, deben esforzarse, a fin de que individuos e instituciones, inspirados
constantemente en ella, promuevan mediante la enseñanza y la educación, el respeto a
estos derechos y libertades, y aseguren con medidas progresivas de carácter nacional e
internacional, su reconocimiento y aplicación universal y efectiva, tanto entre los
pueblos de los Estados miembros, como entre los territorios ubicados bajo su
jurisdicción (ONU, 1948).
No obstante, los Estados incumplen permanentemente su rol de garante de derechos,
es por ello que en Chile existen grandes desigualdades por superar. En los últimos años,
pese a los avances, no se ha logrado erradicar ni superar la pobreza, y respecto a las
minorías, estás han sido privadas de un desarrollo integral dentro de la sociedad. Esto
se debe a que en el país existe una escasa capacidad para generar oportunidades que
permitan a todos y todas participar de la vida como lo señala la carta fundamental.
Dado el modelo económico neoliberal actual, se ha demostrado que este no es capaz
de redistribuir equitativamente la riqueza, respecto al estudio de la Comisión
Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) del 2017, el 50% de los hogares
de menores ingresos concentra un 2,1% de la riqueza neta en el país y en el mismo
estudio, el 10% más rico concentra una riqueza de 66,5%, es decir, más de la mitad del
PIB, Sin embargo, según el informe World Inequality Report de 2022, el 1% más rico
de Chile concentra el 49,6% de la riqueza total del país, mientras que en Brasil controla
el 48,9%, en México el 46,9% y en Estados Unidos el 34,9%.
En este contexto, las personas con discapacidad se han visto severamente afectadas por
el capitalismo neoliberal y la discriminación que conlleva este, debido a su exclusión
mayoritaria del mercado laboral a causa de este modelo, ya que, sólo desea cuerpos
rentables y empleables, la situación de estas personas se tiende a pensar como un
problema individual y no como consecuencia de la racionalidad neoliberal (Sánchez et
al., 2009).
La discapacidad se clasifica en distintas categorías, incluyendo “deficiencias y
discapacidades, sin la pretensión de diferenciarlas entre sí, buscando clasificarlas según
el órgano, área o función afectada” (Riveros, 2014, p.12). Estas deficiencias pueden ser
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de distinta índole y dan origen a los siguientes tipos de minusvalidez; visual,
intelectual, auditiva, visceral, física y psíquica. La presente investigación se centrará
en la “discapacidad visual”, la cual se produce a raíz de un déficit de los sentidos de la
visión.
En el ámbito educativo, la inclusión de las personas en situación de discapacidad visual
tiene un trabajo fundamental sobre integración social en nuestro país, donde las
Instituciones de Educación Superior (más adelante I.E.S) juegan un rol fundamental
como agentes formadores de profesionales. Estas instituciones, a raíz de las medidas
socio sanitarias implementadas para evitar el contagio por Covid-19, y al mismo tiempo
con el propósito de continuar con su labor formativa, optaron por la implementación
de la modalidad online a partir de marzo del 2020 hasta diciembre del 2021. Por ello,
en este estudio se propondrá abordar las experiencias de los y las estudiantes con
discapacidad visual pertenecientes a IES en la formación online durante el contexto de
confinamiento
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